El ingeniero que reconstruyó la imaginación
La historia de Mark Stafford y el renacer de Lego
Mark Stafford no era un ejecutivo de traje impecable ni un publicista con ideas de campaña millonaria. Era diseñador. En 2006, su escritorio en Billund, Dinamarca, estaba cubierto de ladrillos de colores, y bajo ellos, se escondía una preocupación que lo desvelaba: “¿Y si Lego ya no significa nada para estas generaciones digitales?” Los informes internos eran claros: la compañía todavía sufría las secuelas de la casi bancarrota de 2003, cuando las ventas comenzaron a desplomarse y los consumidores abandonaban las tiendas por videojuegos más envolventes y películas en 3D.
Stafford, minucioso y apasionado, venía de la comunidad de fans adultos de Lego (AFOLs). Había logrado convertir su amor de infancia en una carrera profesional, pero ahora tenía un nuevo peso sobre los hombros: el rediseño de la conexión de Lego con el mundo. El mundo que una vez celebró a Lego como sinónimo de creatividad, lo estaba olvidando.
Mientras caminaba por los pasillos fríos del cuartel general de Lego, con la neblina danesa cubriendo los ventanales, Mark sabía que no bastaría con crear sets bellos. La marca necesitaba algo más profundo: reconectar con las emociones de sus usuarios. ¿Cómo podía hacerlo?
Los días eran grises, pero Mark estaba decidido a devolverle el color a Lego.
1. Conocer profundamente al consumidor
Entender la mente del consumidor. Stafford se sumergió en una investigación intensa sobre cómo los niños y adultos interpretaban y usaban los productos Lego. No se trataba solo de bloques. Descubrió que, para muchos, Lego era una puerta a mundos imaginarios, propios e íntimos. «No estamos vendiendo plástico —dijo en una reunión de desarrollo—; estamos vendiendo posibilidades.”. Esta comprensión lo llevó a respaldar una idea revolucionaria: segmentar los productos por tipo de público. Así surgieron líneas como Lego Friends para niñas y Lego Technic para adolescentes y adultos.
¿Alguna vez has sentido que lo que haces no conecta con nadie? Mark lo sintió. Estaba creando sets espectaculares, pero si nadie comprendía su valor, ¿de qué servía todo el trabajo?
2. Dar poder a la comunidad
Darles poder a los fans. Mark apoyó la expansión de la plataforma Lego Ideas, un sitio donde los fanáticos proponían sus propios sets. Si un diseño obtenía más de 10.000 votos, Lego lo evaluaba para su producción. Stafford fue uno de los asesores internos que ayudaron a llevar proyectos de fans a sets oficiales, como el Saturn V o Central Perk de Friends. Era una forma de resignificar el vínculo con los consumidores, de pasar del monólogo al diálogo. ¿Te imaginas ver una idea tuya convertida en un producto internacional?
3. Expandir hacia nuevos universos
Amplificar el universo Lego a nuevas plataformas. Junto al equipo de marketing y licencias, Stafford participó en la revisión creativa de colaboraciones con estudios de Hollywood. En 2014, vio con lágrimas de emoción cómo las salas de cine explotaban en carcajadas y entusiasmo con The Lego Movie, que recaudó más de 468 millones de dólares en taquilla (*Box Office Mojo, 2014*), y que traía de vuelta ese mensaje fundamental: que todos somos creadores. Empleados y directivos lloraron al ver cómo la película abrazaba el espíritu de la empresa. ¿Cuándo fue la última vez que un trabajo te hizo llorar de orgullo?
Hoy, Lego no es solo una empresa de juguetes; es una plataforma global de creatividad. Tras implementar enfoques centrados en la psicología del consumidor, en co-creación con los fans y en alianzas culturales, enfrentó su mayor crisis modernizándose sin traicionar su esencia. Mark Stafford, aquel fan que escribía en foros y armaba naves con su hijo, no solo salvó su empleo. Ayudó a dar forma al renacer de una marca que, en 2023, fue nombrada por Brand Finance como la marca de juguetes más valiosa del mundo por octavo año consecutivo.
Emprender —como lo hizo Mark desde su escritorio lleno de ladrillos— no es solo lanzar un negocio. Es elegir trazar tu propio destino, ya seas diseñador, empleado o empresario. Es escuchar lo que otros no oyen, ver posibilidades donde otros ven plástico, y construir, una pieza a la vez, un camino hacia algo mayor.
Reflexión
- ¿Cómo podrías aplicar el conocimiento profundo de tu cliente para mejorar tu producto o servicio?
- ¿Con cuáles ideas de tu comunidad podrías co-crear soluciones más valiosas?
- ¿Qué universos emocionales podrías construir para conectar con tu audiencia más allá de lo funcional?
Conclusión
A veces, los grandes cambios comienzan en silencio, en un escritorio lleno de piezas sueltas, en una idea que aún nadie comprende del todo. Así fue el caso de Mark Stafford, quien, sin necesidad de un cargo rimbombante o una campaña millonaria, reimaginó lo que una empresa podía significar para millones de personas. Su historia nos recuerda que emprender no es solo abrir un negocio. Emprender es decidir con intención, con creatividad y con coraje, cómo queremos moldear nuestro día a día: en la oficina, en casa o con nuestras ideas aún sin nombre.
Piensa en lo que hizo Mark. No salvó a Lego simplemente con un nuevo producto, sino al reconectar con algo que todos compartimos, aunque a menudo pasamos por alto: la necesidad de crear, de pertenecer y de ser escuchados. Aplicó tres estrategias que no solo rescataron a una marca en crisis, sino que también pueden aplicarse a tu vida cotidiana:
- 1. Conectar con quienes te rodean desde la empatía: Así como Mark se sumergió en la mente de los consumidores para redescubrir lo que Lego significaba, tú puedes mejorar tus relaciones personales y laborales al preguntar: “¿Qué siente esta persona? ¿Qué necesita de verdad?”. Desde un jefe que no entiende tu enfoque, hasta un hijo que habla poco, todo vínculo mejora cuando entendemos lo que hay detrás del comportamiento.
- 2. Co-crear en lugar de imponer: Mark impulsó plataformas donde los fans podían participar y aportar ideas reales. ¿Y tú? ¿Has preguntado cómo mejorar tu equipo de trabajo, tu familia o tu comunidad, en lugar de asumir que tienes todas las respuestas? A veces, la solución no viene de arriba, sino del diálogo.
- 3. Contar historias que conecten: Desde la película hasta los nuevos sets, Lego no vendió bloques, vendió mundos posibles. ¿De qué forma estás construyendo tu propia narrativa, ya sea en un currículo, una presentación o una conversación difícil? Las buenas historias abren puertas.
Emprender, entonces, es un acto de valentía cotidiana.
Es animarte a ver las piezas desordenadas de tu entorno y decidir unirlas de un modo nuevo. Ser empleado no excluye tu poder de transformación: puedes ser ese eslabón creativo, ese punto bisagra. Puedes ser quien, como Mark Stafford, encuentre un futuro donde otros solo ven pasado.
¿Y tú, qué tipo de constructor quieres ser?
Hoy es un buen momento para comenzar. Pregúntate: ¿Cuáles piezas tengo en mis manos? ¿Cuál es la historia que quiero construir?
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