Emily y la revolución que nació en un baño
El llamado de la piel
Una tarde de 2010, Emily Weiss, ex asistente de moda en Vogue, estaba en su apartamento de Manhattan cuando se miró al espejo con frustración. Su piel, sensible y caprichosa, brillaba con una inseguridad que ni la más costosa crema cosmética podía tapar. Decepcionada por un mercado que no hablaba su idioma —el de la mujer joven, intuitiva y curiosa— Emily tuvo una idea: ¿qué pasaría si la industria cosmética dejara de dictar y comenzara a escuchar?
Fue así como nació «Into The Gloss», un blog sin pretensiones pero lleno de sinceridad donde mujeres reales hablaban no solo de lo que usaban, sino de cómo se sentían en su piel. En apenas cuatro años, ese blog tenía más de un millón de visitas mensuales y se había convertido en una referencia para una nueva generación de consumidoras. Pero Emily no se detuvo allí.
En 2014, decidió dar el salto y fundar Glossier, una marca de cosméticos centrada en el autocuidado, la transparencia y una comunidad que no solo era cliente, sino co-creadora. Con este movimiento, Weiss no solo buscaba vender productos; deseaba construir un ecosistema de voces femeninas que transformara por completo la industria de la belleza (Weiss, 2019).
Recordemos que no era una ejecutiva poderosa ni una gurú de Silicon Valley. Era una mujer de 29 años armada con un blog, una convicción y una comunidad. Pero ¿cómo lo logró en un mercado saturado, donde gigantes como L’Oréal y Estée Lauder dominaban desde hace décadas?
El cruce del umbral — tres batallas, una causa
La batalla de Emily no fue fácil. Como toda heroína, se enfrentó a obstáculos que amenazaron su visión. Cada decisión estratégica fue un salto de fe, una apuesta a que las mujeres jóvenes querían un cambio. Estas fueron las tres estrategias clave que implementó para conquistar el mercado —y no morir en el intento:
Primera estrategia: Escuchar para crear
¿Cómo lanzar productos sin brechas entre lo que se ofrece y lo que se desea?
Emily decidió utilizar una escucha activa radical. No eran focus groups impersonales —era Instagram, eran los comentarios, las stories, los DMs. Los productos Glossier no se diseñaban para la audiencia; se diseñaban con ella.
Ejemplo: Mil clientes pedían un limpiador facial suave. Glossier preguntó qué ingredientes les molestaban, cómo debía oler, cómo debía sentirse. Así nació Milky Jelly Cleanser, uno de sus productos icónicos, co-creado con miles de opiniones reales.
¿Te imaginas tener que lanzar un producto sabiendo que el mercado no está dictado por tendencias, sino por los deseos cambiantes de una comunidad altamente exigente? ¿Tendrías el coraje de escuchar a todos y, aún así, tomar decisiones?
Segunda estrategia: Construir comunidad, no clientes
Emily comprendió que la diferencia estaba en hacer que las clientas sintieran que Glossier era un lugar “de ellas”. No compraban maquillaje, compraban identidad.
Por eso creó canales donde las seguidoras pudieran hablar, intercambiar consejos, verse reflejadas. Las clientas se convirtieron en embajadoras espontáneas.
Ejemplo: El 70% de las ventas llegaban a través de recomendaciones de boca en boca, gracias a su comunidad digital (Perez, 2020).
¿Cómo lograrías tú que una persona te recomendara sin ofrecerle beneficios económicos a cambio? ¿Y si tu empresa no tuviera publicidad tradicional, confiarías en los lazos comunitarios como motor de crecimiento?
Tercera estrategia: Directo al corazón (y al usuario)
En lugar de distribuir productos a través de grandes cadenas, Emily apostó por el modelo D2C (directo al consumidor). Así, Glossier controlaba cada aspecto de la experiencia, desde el branding hasta el empaque y la conversación postventa.
Eliminó intermediarios, pero también arriesgó exposición. ¿Y si nadie compraba directamente en la web? ¿Y si el producto no llegaba a tiempo? ¿Y si Instagram cerraba su alcance?
La apuesta funcionó. En 2019, Glossier recaudó 100 millones de dólares en fondos de crecimiento, posicionándose como una de las líderes en el mercado D2C, valorizada en más de 1.200 millones de dólares.
¿Y tú? ¿Te atreverías a eliminar el canal tradicional para vender, y construir una relación directa con cada cliente uno a uno?
Empoderar la piel, transformar la industria
Emily no solo logró crear una marca distinta; construyó un movimiento. Hoy, Glossier es un referente mundial no por tener los productos más sofisticados, sino por entender lo que quiere y necesita una nueva generación de consumidoras.
- Identificó un nicho emergente con estética natural y estilo minimalista
- Escuchó y co-creó con autenticidad
- Rompió las reglas con un modelo D2C empático
Glossier no solo vende cosméticos. Vende relatos. Vende comunidad. Vende evolución. Y lo hizo desde la honestidad radical de mirar al espejo… y decidir cambiar.
“Emprender no es solo abrir un negocio. Es atreverse a trazar tu propio destino.”
Y sí, Emily lo trazó. Con una laptop, un espejo y el coraje de dar poder a lo que otras callaban: su piel, su voz, su historia.
Preguntas de reflexión
- ¿A qué audiencia podrías servir mejor si los escucharas activamente como Emily escuchó a las lectoras de su blog?
- ¿Estás creando una comunidad que te ayude a crecer orgánicamente o simplemente estás vendiendo a clientes anónimos?
- ¿Qué canal podrías explorar o crear para tener una conversación directa y profunda con tu público, sin necesidad de intermediarios?
Conclusión inspiradora
Al final del día, no se trata únicamente de lanzar un producto, ni de tener la próxima gran idea que rompa el mercado. Emprender —verdaderamente emprender— es tener el valor de mirarte al espejo como lo hizo Emily, reconocer lo que te incomoda, lo que falta, lo que sueñas… y decidir que tú puedes construirlo.
Emily Weiss no inició su viaje con millones en la cuenta ni con una fábrica a su nombre. Empezó con un blog, un propósito y una conversación auténtica con quienes sentían lo mismo que ella. Y lo que logró fue mucho más que crear una marca; encendió un cambio de paradigma en una industria tradicional, al demostrar que la empatía, la escucha activa y la conexión humana son fuentes poderosas de innovación.
Este relato no es exclusivo del mundo del maquillaje ni de las emprendedoras de Nueva York. Es tu historia también. Donde sea que estés —en tu oficina, en clases, liderando un equipo o planeando tu próximo paso— puedes aplicar estos principios para trazar tu propio destino con autenticidad y determinación.
Aquí tienes tres formas de hacerlo desde hoy:
- 1. Escuchar para transformar: ¿Tienes una preocupación persistente? ¿Una conversación pendiente? Aplica la escucha activa. En lugar de asumir lo que otros necesitan, pregunta, indaga, conecta. Así como Emily creó productos con su comunidad, tú puedes mejorar tus relaciones entendiendo mejor a quienes te rodean.
- 2. Construir comunidad día a día: No subestimes el poder de las redes humanas. Ya sea tu grupo de trabajo, tus vecinos o tus seguidores en redes, fomenta espacios donde las personas se sientan vistas y escuchadas. Uno no lidera por imposición, sino convocando. ¿Estás siendo un nodo de conexión o una voz aislada?
- 3. Ir directo al corazón: El modelo D2C de Glossier no sólo eliminó intermediarios comerciales. Simbólicamente, eliminó barreras emocionales entre la marca y sus consumidoras. ¿Qué pasaría si tú también eliminaras las “formas” para tener conversaciones más sinceras, directas y genuinas con las personas importantes en tu vida o entorno profesional?
Recuerda: Emprender no es solo abrir un negocio, es atreverse a trazar su propio destino, ya sea como empresario o como empleado con visión de crecimiento. La diferencia no está en el título de tu puesto, sino en tu actitud ante el cambio y la posibilidad.
¿Y tú? ¿Qué historia vas a empezar a escribir hoy?
La inspiración ya la tienes.
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Es momento de escucharte, crear, y liderar con tu propia voz.
Tu revolución, como la de Emily, también puede nacer en el lugar más simple: una inquietud, una conversación, el reflejo en tu espejo. El primer paso es atreverte.
Y tú, ¿te atreves?

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