En una fría mañana de 2014, Tim Brown, un exjugador de fútbol profesional de Nueva Zelanda, se encontraba frente a una encrucijada. Como visionario al que siempre le había importado la sostenibilidad, notaba algo que la industria del calzado parecía ignorar: la huella ecológica masiva que dejaban detrás grandes marcas con prácticas poco responsables. A su alrededor, el panorama era desalentador. Los consumidores aceptaban sin cuestionar materiales sintéticos producidos en masa, y el...